sábado, 18 de julio de 2015

Cuatro cosas

Para tener hijos se necesitan cuatro cosas:

  • Tiempo
  • Paciencia
  • Dinero
  • Ganas
No tengo ninguna de las cuatro :/

jueves, 16 de julio de 2015

La zona de confort

Ayer alguien me envió un link a este sitio.
La idea es calcular cuán confortable uno se siente con tomar riesgos, en base a cuál es su "zona de confort", es decir, cosas con las que se siente listo para intentar, en base a una lista (desde cambiar de trabajo hasta saltar en paracaídas). La lista se confecciona en base a encuestas en las cuales la gente elige las cosas que le parecen más riesgosas a la hora de tomar decisiones.
Me sentí particularmente confundida con la opción "starting a family" (comenzar una familia). En general eso suele querer decir que uno quiere tener hijos.
Pensaba entonces: ¿mi esposo y yo no somos una familia? ¿No es un riesgo casarse o irse a vivir con alguien a quien uno nunca termina de conocer? Por otra parte, ¿es más riesgoso decidir tener hijos (aunque según las estadísticas el 50% de los embarazos son por accidente) que tomar una decisión como la nuestra de no tenerlos, sabiendo que es socialmente poco aceptada?
Por si a alguien le interesa, finalmente elegí la opción "wouldn´t do" (no lo haría). Igualmente saqué un puntaje alto, parece que salgo de mi "zona de confort" habitualmente, si me parece que el riesgo vale la pena.

domingo, 12 de julio de 2015

Sábado a la noche childfree

La semana pasada, A. me decía que se siente preocupado porque la mayoría de nuestros amigos - de edades entre 35 y 45 años - atraviesan un período donde muchos de ellos están buscando un embarazo, o teniendo bebés. Venimos notando que una vez que una pareja amiga tiene hijos, la relación se enfría rápidamente: ellos ya no tienen tiempo para venir a nuestra casa o para invitar gente a la suya. O nosotros no nos sentimos cómodos yendo a eventos infantiles como cumpleaños, bautismos, baby showers, etc. y se nota. Algunos amigos que en algún momento eran muy cercanos se han vuelto completamente niñocéntricos al punto que compartir una cena se vuelve un evento donde nos van a mostrar fotos de caca, vómitos y contarnos anécdotas de sus maravillosos retoños que no nos interesan en lo más mínimo.  Y nosotros fingimos interés, por cortesía.

Afortunadamente, ayer no fue uno de esos días. Un conocido mío de hace muchos años  con quien recientemente retomamos la amistad a través de unos amigos en común, nos invitó a ver su banda de synthpop en un centro cultural. Luego fuimos a comer una pizza entre los amigos nuestros, los de él, y miembros de otra de las bandas que tocaba. 
Fue interesante, porque en el lugar del show encontré mucha gente que conozco de diferentes lugares (algunos de ellos desde mi adolescencia dark) y descubrimos que hay muchas parejas de nuestra edad que tampoco tienen hijos, y con quienes tenemos intereses comunes.

Es triste que se corten amistades de muchos años pero cuando algunas amistades acaban, seguramente otras empiezan. En esta etapa particular que atravesamos quizás es hora de decir adiós a algunas personas con quien la vida deja de relacionarnos para dejar entrar a otras.

Todo cambia.

jueves, 9 de julio de 2015

Quién soy

Hace ya unos meses que tenía ganas de comenzar este blog para compartir experiencias y artículos de interés para aquellos que elegimos una vida sin hijos por elección.
Mi nombre es Laura, tengo 40 años y vivo cerca de Buenos Aires, Argentina. Hace casi 10 años que estoy casada con A., con quien comencé una relación en 2003.
Muchas veces me pregunto cómo he llegado a esta etapa de mi vida en distintos aspectos, en particular a las cosas que me han llevado a elegir una vida sin hijos, lo cual suele ser motivo de presiones y agresiones a veces por parte de gente que ni siquiera conozco.
Desde muy pequeña fui una chica muy independiente y con intereses muy distintos a las niñas de mi edad, lo cual fue siempre difícil; pero como he llegado a pensar últimamente si me hubiera guiado por los consejos de los demás, no hubiera hecho ninguna de las cosas a mi parecer geniales que hice en mi vida. Me importa la opinión de los demás (cada vez menos), pero no tanto como para dejar de hacer las cosas que me gustan.
Cuando era niña mis intereses pasaban por la ciencia y la literatura, y muchos adultos no entendían cómo prefería recibir libros, un juego de química o Legos como regalos, en vez de las maravillosas Barbies o el codiciado bebote de Yoly-Bell. Tuve esas muñecas, a las que nunca les presté mucha atención, excepto para usarlas de modelos de costura y tejido (un hobby que me encanta), para intercambiarlas por favores varios a otras chicas del barrio, o muy usualmente, para someterlas a crueles experimentos, como por ejemplo derretirlas en la estufa.
En la adolescencia me gustaba no sólo la música clásica sino esas bandas que nadie escucha, alternativas, con lo cual tampoco iba mucho a las fiestas y lugares que iban mis compañeras sino a ver bandas ignotas con un grupete de darks. La rara del curso, digamos.
A la hora de elegir carrera universitaria, elegí una carrera impopular, una ciencia básica, con lo cual los agoreros me vaticinaron un futuro negro en el que iba a morirme de hambre. No sólo no pasó sino que empecé a ganar bastante bien como profesora, parece que explico muy bien y me di el lujo de cobrar bastante salado por una clase individual. Además de trabajar en investigación durante un tiempo, y dar clases en secundario y terciarios.
En algún momento se me ocurrió que era buena idea dejar a un novio bastante abusivo para irme sola a Europa, siguiendo a un chico que me gustaba. No me fue tan bien, pero fue una experiencia única y enriquecedora.
Hice cursos de todo lo que me interesa: idiomas raros, piano, danza, manualidades varias, serigrafía, diseño de indumentaria y un largo etcétera. Disfruto hacer y aprender cosas nuevas.
Me casé con un chico mucho menor, y al cabo de cierto tiempo, nos dimos cuenta que los hijos no eran para nosotros. De todas las decisiones poco usuales que tomé en mi vida, es por lejos la más radical y permanente. 
Pero no me arrepiento de nada. Incluso las muchas veces en mi vida que tomé decisiones equivocadas, he aprendido lecciones muy valiosas. Siempre que elijo, elijo con el corazón y con la mente bien enfocada. Aún cuando no resulte como esperaba, no puedo decir que me arrepiento de algo. Porque siempre que elegí en mi vida ser diferente, con todo lo que implica y a pesar de que todo se hace más difícil, no lo cambiaría por algo más fácil pero que no me llene, ni me represente. No elegiría ser otra persona que la que soy, aunque no sea "normal" ni "común".
Y porque sin desafíos, me estanco.